martes, 17 de diciembre de 2013

ESTAMPAS CON HISTORIA Un pintor en Los Villares: Pedro Rodríguez de la Torre (1848-1915).

La singularidad del paisaje de Los Villares y su proximidad a la capital han supuesto siempre un fuerte atractivo para los artistas que gustaron de frecuentar el pueblo, buscando en él motivos para la inspiración y para el ejercicio de sus Artes. Y entre los pintores que frecuentaron el pueblo en el último tercio del siglo XIX, cuando pese a su cercanía a la capital Los Villares conservaba aún las notas más distintivas de sus esencias serranas, hay uno que destaca: Pedro Rodríguez de la Torre. Nació este pintor en Jaén el 1 de febrero de 1848. Iniciado en la Escuela de Dibujo que bajo la dirección de D. Manuel de la Paz Mosquera se había creado bajo los auspicios de la Real Sociedad Económica, sus dotes le granjearon una beca o pensión de la Excma. Diputación Provincial que le permitió marchar a Madrid para estudiar en la Escuela Especial de Pintura, Escultura y Grabado, de la que fue alumno destacado en el período 1868/1871, mereciendo otra pensión para ampliar estudios en Roma donde fue condiscípulo de pintores tan señalados como Alejandro Ferrant, Francisco Pradilla, Casto Plasencia y Emilio Sala. Finalizado su periodo de formación regresó a Jaén donde instaló su estudio dedicándose intensamente a la pintura e iniciando su concurrencia a las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes. Concurrió a las de 1876, 1878 y 1881 donde obtuvo una tercera medalla. Ejerció la docencia en la Escuela de Dibujo creada por la Real Sociedad Económica en 1882, en la que desde 1o de octubre de 1882 a 31 de mayo de 1887 fue profesor de la asignatura de “Dibujo del Antiguo”. Pasó luego a la Escuela de Bellas Artes de Palma de Mallorca. También fue profesor en Valencia y Barcelona, pasando finalmente a Zaragoza donde fue director de la Escuela de Artes y Oficios, cargo que ocupaba a su fallecimiento en mayo de 1915. En los años de 1873 a 1887 Pedro Rodríguez practicó asiduamente el paisaje y la denominada “pintura de género”, modalidad entonces muy en boga. Por eso se interesó muy vivamente por pintar tipos populares y escenas de la vida cotidiana del pueblo llano. Sería entonces cuando comenzó a frecuentar Los Villares, tal vez animado y protegido por un ilustre villariego, D. José Campos Alcalde (1809-1899), director y miembro destacado de la Junta de Oficiales de la Real Sociedad Económica, de la que el pintor era profesor. Le interesaba al artista recoger sobre todo tipos y figuras de las que en Los Villares se ofrecía entonces un amplio repertorio. Aún estaba vivo el interés por las escenas costumbristas que habían impulsado en su momento los pintoresrománticos y los seguidores de aquella corriente de “Los españoles pintados por sí mismo”. Por eso Pedro Rodríguez recoge en Los Villares muchos apuntes y hace más de un esbozo con la intención de luego llevarlo a lienzo. La dispersión de su obra, hoy en proceso de localización y estudio, nos impide por el momento conocer con detalle cual fue el fruto de sus reiteradas visitas a Los Villares. Pero afortunadamente nos queda una obra muy representativa. Se trata del cuadro titulado “Un Villariego”, óleo sobre lienzo de 36x46 cm, actualmente en la colección de D. Ricardo de Villegas Herrera. Pintura muy del agrado de su autor, que la seleccionó para ser expuesta en la Exposición Provincial de 1878, un sonado acontecimiento que a manera de ilusionada Feria de Muestras, organizó la Real Sociedad Económica en agosto de 1878. En esta exposicón, la pintura “Un Villariego” figuró expuesta con el número 1337 de catálogo, mereciendo muchos elogios. También se expuso en la exposición antológica sobre Pedro Rodríguez, que organizó el Instituto de Estudios Giennenses y el Museo Provincial en mayo de 1978. Representa a un vecino de Los Villares, ya de edad madura, que con un cigarrillo entre los labios posa en la encrucijada de una de las calles pinas y agrestes del pueblo. La pintura es todo un documento etnológico, pues nos permite conocer como era el traje popular de los villariegos en el pasado siglo, dejándonos una instantánea irrepetible de gran sabor costumbrista. En definitiva una hermosa estampa muy representativa del interés que el pueblo de Los Villares despertó siempre en los artistas comprovincianos y muy digna de ser más divulgada y conocida.


Nº11
Curso 98/99
segundo trimestre
Manuel López Pérez 
Cronista Oficial de Los Villares

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